lunes, 26 de mayo de 2014

La envidia al pavo real y la contemplación del orden del universo

- Eso sí fue demasiada 'pérdida de tiempo', la de Dios; tanto detalle, tanta ostentación, demasiado lujo. Realmente no sabemos en qué estaba pensando Dios cuando hizo al Pavo Real.
No creemos que ningún cristiano se haya atrevido a formular tan agresiva expresión, pero sí sospechamos que en algunos subyace incubada, en esos meandros mezquinos del alma que en todos existen. Pues bien de ella nos debemos prevenir, y si es del caso "exorcizar".

Realmente en el Pavo Real -ese que es verdaderamente muy poco "práctico", bien "ostentoso", bastante "lujoso"- Dios quiso emplear sus mejores ‘dotes'.
El azul de su cuello, ¿con qué lo podremos comparar? Ya desgastada está la similitud con la seda. Pero sí, a falta de mayores recursos de nuestra cultura e imaginación, digamos que es su cuello de un azul brillante y sedoso, sublimado por delicada testa coronada, enmascarada a su turno en singular antifaz. La brillante seda arropó su cuello; el nítido antifaz ocultó elegantemente la mirada, el delicado penacho irguió aún más su cabeza coronada.
Entretanto la anterior descripción no es sino un mero prolegómeno al conjunto de su belleza.